Aceptando (si bien tardíamente) la invitación de Emilio para ampliar el
comentario que en su día dejé en su post Ranking Jurídicos, debo comenzar por confirmar el honor que supone que estas líneas
cuelguen en el blog de Emilio, que es para mí un ejemplo de lo que debe ser la
web de un jurista. Y habida cuenta de lo que expongo a continuación, un buen
comienzo será reconocer el esfuerzo que supone mantener un blog actualizado con
contenidos de calidad y profundidad, ya que en las líneas que siguen tiro con
pólvora ajena, en la medida en que me dispongo a juzgar cuando no pasan de 3 o
4 mis publicaciones y ninguna de ellas cuelga de una web mía puesto que
reconozco, con pesar, que no tengo tiempo para mantener una. Así las cosas, lo
primero es una invitación a relativizar lo que a continuación expongo. No pasa
de ser mi opinión, nunca una exigencia que ni a mí mismo me impongo.
Es cierto que últimamente se prodigan los rankings con las más
variopintas clasificaciones de abogados, pero no es menos cierto que las
variables tenidas en cuenta a la hora de ordenar a los clasificados rara vez
atienden a criterios jurídicos. Quien suscribe, sin ir más lejos, aparece en la
lista de abogados “más influyentes” según el índice Klout elaborada por Luis
Abeledo. Para ser sincero diré que me hizo ilusión aparecer en una lista como
el décimo abogado más influyente: a nadie le amarga un dulce. Pero si quisiera
ser muy sincero tendría que añadir que un índice según el cual yo soy el décimo
abogado más influyente en redes sociales debe fallar en cuanto a la real
capacidad de influir de, al menos, uno de sus
integrantes.
Así, podría decirse que un ranking no es jurídico por el hecho de que
sus integrantes sean juristas. Un ranking verdaderamente jurídico habría de
medir variables quae tangi non possunt, sí, pero que en todo caso habrían de tener una
relación directa con el derecho. Yo apuntaba en mi comentario a la
extraordinaria abundancia de blogs y posts que solo de forma muy tangencial
tratan cuestiones jurídicas: gestión del tiempo, influencia online, marketing
jurídico, gestión de clientes, reputación online… pero ¿y el derecho?.
Para mí un post interesante es aquél que aborda una determinada cuestión
jurídica desde un punto de vista distinto, innovador o arriesgado. No necesariamente
correcto. La doctrina reiteradísima la conocemos, en esencia, todos. En segundo
lugar me interesan, obviamente, los post meramente descriptivos que nos ayudan
a refrescar un determinado tema o
directamente nos ilustran acerca de una materia que desconocemos. Y ya está. El
resto son contenidos metajurídicos
que no pierden el prefijo por el hecho de estar en el blog de un abogado.
Ocurre, sin embargo, que la mayor parte de los textos que cada día se publican se limitan a
rebotar contenidos ajenos, algunos de los cuales han alcanzado el grado de
mantras que cualquiera podría recitar de memoria. En mi opinión esto se debe a
una determinada forma de interactuar en el Mundo 2.0 que, creo, es equivocada.
Si consideramos las redes sociales como un escaparate ante el que pasan los
clientes, rara vez vamos a arriesgarnos a errar. Pero desde mi humilde (y
probablemente equivocado) punto de vista, copiar la estrategia de comunicación de
las grandes marcas es un error que conduce a desaprovechar las posibilidades
que las redes sociales ofrecen al abogado individual o integrado en un pequeño
o mediano despacho.
¿Realmente sirven las redes sociales
para captar clientes, o al menos para hacerlo de forma directa? Lo dudo. Ignoro
si hay un estudio al respecto, pero diría que en lo que a interacciones se
refiere, la parte del león de cualquier cuenta de abogado se la llevan otros
abogados y juristas, seguidos de cuentas con las que compartimos aficiones y
finalmente conocidos. Sin ser experto en marketing, diría que desde un punto de
vista estrictamente comercial lo hacemos terriblemente mal: nuestra conducta en
redes sociales equivaldría a Coca Cola haciendo #FF los viernes a Pepsi. El
abogado no puede permanecer ajeno, por lo tanto, a la real utilidad de las
redes sociales: mejorar nuestras aptitudes y conocimientos mediante el
intercambio. Compartir. Las relaciones entre juristas en las redes sociales han
de ser simbióticas, y para ello es absolutamente necesario aportar
conocimientos sin rehuir el debate. Y en esas relaciones sí se fijará el
cliente (con el que, repito, rara vez interactuamos directamente). Pero esto
será una consecuencia de nuestra forma de interactuar.
Por esta razón considero errónea la
estrategia de evitar los charcos, ya que mojarse es parte del día a día de
cualquier abogado. Si tenemos una solución jurídica innovadora y tiempo para
escribir sobre ella ¿por qué no hacerlo? ¿O por qué no iniciar un debate al
respecto? Es probable que llevada a la práctica nuestra resulte o no exitosa, o
que encontremos opiniones contrarias de otros abogados, igual o mejor
argumentadas que las nuestras. Pero en cada juicio hay al menos dos posiciones jurídicas
encontradas sobre una misma realidad, y es que al abogado no se le exige tener
razón en el 100% de los casos, porque nuestros clientes no siempre tienen la
razón. Lo que se nos exige es la capacidad de encontrar soluciones y
defenderlas razonadamente y en derecho, y esto sí casa con lo que día a día
ocurre en las redes sociales.
A modo de conclusión, me viene a la
mente algún artículo sobre abogacía artesanal. Si queremos aparecer ante
nuestros potenciales clientes como artesanos del derecho, lo primero es marcar
distancias con respecto a las grandes marcas. Si consideramos la abogacía como
una profesión artesanal, que sea a todos los efectos, relacionémonos con el
resto de artesanos desde un punto de vista gremial, fomentando el intercambio
de ideas y conocimientos. Y desde el punto de vista individual, tengamos
presente que un artesano no se parece en nada a una gran corporación. Olvidemos
entonces la neutralidad: el cliente que busca un artesano busca una identidad,
una determinada forma de hacer las cosas. Desde este punto de vista (y añadiría
que desde un punto de vista vital), la estrategia acertada sería mostrarnos en
redes sociales tal cual somos. Que tu cuenta sea un envase transparente que
muestra el producto: lo que sabemos, lo que opinamos, lo que somos capaces de
defender y lo que no somos capaces de defender, de forma que el cliente que
llame a nuestro despacho sepa exactamente qué encontrará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario